Diary Of A Perverse

Woody Allen

Y, mis padres por fin se dan cuenta que he sido secuestrado y se ponen en acción rápidamente: alquilan mi habitación.

domingo, 30 de enero de 2011

Viceversa

"Nos hemos tomado en serio aquello con lo cual sólo nos estaba permitido bromear (y viceversa)."


Viceversa


Tengo miedo de verte
Necesidad de verte
Esperanza de verte
Desazones de verte
—No quiero.
Romeo empezó a impacientarse, su linda novia se encontraba demasiado triste y asustada para escucharlo siquiera. No por nada lo conocían como: “Romeo Sadistic”.
—Por favor. —volvió a suplicar.
—No. —negó ella, nuevamente. Intentó verla a los ojos, pero los lindos ojos verdes de Juliette se negaban a intercambiar alguna mirada con los ojos cafés oscuros de él. Romeo suspiró, llevaba medía hora queriendo que lo viera a los ojos y ella simplemente se negaba. Quería decirle: ¡Oye, te amo, entiéndelo!, sin embargo ella se rehusaba. Notó a ella mirarlo de reojo, no dijo nada. Sólo la observó, notando enseguida que ella lo veía con disgusto. Era normal, anoche sí que se había pasado de copas.
Había terminado en la cama de otra y con una Juliette sumamente enojada, llorando a “mares”. No le gustaba que lo viera de esa forma, su mirada era tan confusa. Tanto que podría jurar que a veces pedía un abrazo con sólo mirarlo. Romeo se levantó con un poco de frustración–frustración con sí mismo–, la tomó de los hombros y juntó su frente con la de ella. Las lágrimas de Juliette no pasaron desapercibidas en ese momento, haciéndolo sentirse como la peor escoria del mundo. Empezó a recordar lo que había pasado y sus ojos cafés se volvieron un poco más oscuros.

Tengo ganas de hallarte
Preocupación de hallarte
Certidumbre de hallarte
Pobres dudas de hallarte

Se encontraba en un bar de la ciudad, todo estaba en silencio en ese momento. Romeo pidió otra botella de Buchanan’s*–la tercera de la noche–. Su cabeza le daba vueltas y se sentía algo mareado por el olor a cigarro y  a aceite quemado–probablemente de un carro de afuera–. Sintió ganas de vomitar, tragó saliva esperando a que su estómago se tranquilizara. Una chica rubia se le acercó, Romeo la miró de pies a cabeza.
«Una puta» pensó. La rubia le sonrió y empezó a hablarle de forma coqueta–o al menos eso era coqueto para ella–.

Romeo cerró un poco los ojos, tratando de que su segunda mente dejara de estarle colmando la poca paciencia que tenía en ese momento. Se había peleado con Juliette, era la quinta vez en este mes.
—Vamos. — Romeo se levantó y agarró a la sexoservidora que estaba enfrente de él, pagó la cuenta y se marchó a su casa. Entró, tambaleándose un poco debido a la borrachera. Hizo el amor con ella, imaginándose que era Juliette la que estaba debajo de él en ese momento. Se maldijo un par de veces por compararla con una «puta». Romeo atrapó las manos de ella, evitando que ésta rasguñara su espalda. Fue en su segundo orgasmo cuando escuchó un quejido de terror y el sonido de la puerta abrirse. Miró sorprendido a la chica de cabello negro, mirarlo con una furia salvaje hacia él, su corazón se comprimió al sentir la mano de ella sobre su mejilla, marchándose de ahí con un fuerte portazo haciendo resaltar su ira. Romeo miró a la sexoservidora con la cara aún sonrojada, debido a que ella había tenido cinco orgasmos.

Romeo se desapartó de ella, comenzó a vestirse. Sus manos temblaban, denotando todo el nerviosismo que sentía en ese momento. La borrachera, ya se le había bajado. Corrió desesperado a la puerta y vio al carruaje de Juliette marcharse. Pagó a la prostituta y salió en busca de su amada.


Tengo urgencia de oírte
Alegría de oírte
Buena suerte de oírte
Y temores de oírte

— ¡Déjame, déjame! ¡Te odio! —le gritaba Juliette, jaloneándose ante el agarre de él. Los padres de ella le habían tratado de impedir la entrada, pero éste como todo un buen «caballero», los empujó y corrió hacia la habitación de ella; cerrando la puerta con llave y guardándola en la bolsa de su pantalón. Ahora, se encontraba tratando de explicarle todo.
»No quiero escucharte, entiéndelo. » Continuo Juliette, Romeo se frustró al ver a ella poner sus manos en sus orejas. Las desapartó con fuerza y Juliette se jaloneó nuevamente.
— ¡Por favor, óyeme! ¡Déjame explicarte! — dijo Romeo, exasperado. Sintió a ella temblar, con esa reacción supo todo: tenía miedo.
O Sea
Resumiendo
Estoy Jodido
Y Radiante
Quizá Más Lo Primero
Que lo segundo
Y también
Viceversa.
—Y eso es lo que pasó. —dijo Romeo, de vuelta a la realidad; sus frentes aun seguían pegadas. Sin separarse ni una de la otra, las manos de Romeo cambiaron de posición y tomó el rostro de Juliette, viéndola a los ojos.

La miró sonreír levemente y él también sonrió. Besándola, ignorando el escándalo que hacían los padres de ella para tratar de abrir. Puso sus manos en los pechos de ella y los apretó encima del corsé. Se sentía también poder hacer eso, sintió a Juliette ceder un poco más ante sus caricias y en unos cuantos segundos ya estaba ella sin el estorboso vestido más que con sus finas prendas íntimas.  Romeo la hizo suya, ignorando los gritos de los de afuera–exigiendo saber que era lo que estaba pasando ahí adentro–. Gemidos y jadeos eran lo único que se podía escuchar, cosa que realmente excitaba a Romeo.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó Romeo, acostado al lado de ella, abrazándola de su cintura. Inhalando el delicioso aroma dulce que desprendía el delicado cuerpo femenino.

—No lo sé. Feliz, supongo. —dijo Juliette con una sonrisa en su rostro— ¿Y tú?

Romeo suspiró, haciéndole cosquillas a ésta debido a que su aliento había chocado con su cuello– el punto débil de la chica–.
—Jodido y Radiante, feliz y satisfecho. En fin, viceversa.

Escucha la risa de Juliette hacer eco en la habitación y se quedó dormido en el pecho de ella. Todo estaría bien, mientras ella permaneciera a su lado. Todo estaría bien, mientras solucionaran los problemas de esa forma tan placentera. Y, sobre todo… todo estaría bien, mientras sus padres no encontraran a algún cerrajero.






Momentos de inspiración.
Autora: Perfect Hell (Juliette Perverse)
Fecha: 30/01/11
Notas de la autora: El  escrito es mío, el poema no. Gracias Mario Benedetti por crear este maravilloso poema de "Viceversa". Has logrado que mi inspiración fluya y se transforme en este pátetico escrito.

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